En librerías: «Ferragus, jefe de los Devorantes», de Honoré de Balzac

En 2002 publicamos en la colección Paisajes narrados esta novela de Honoré de Balzac que muchos consideran una de las obras más significativas, por su carácter fundacional, sobre el París moderno. Ahora, catorce años después, la volvemos a proponer a nuestros lectores en una segunda edición revisada por la traductora, Marta Hernández Pibernat.

Honoré de Balzac9788494534829ferragus
Ferragus, jefe de los Devorantes
Traducción del francés de Marta Hernández Pibernat
Paisajes narrados, 7
Páginas: 232
ISBN: 978-84-945348-2-9

Segunda edición revisada por la traductora.

«Un atlas del continente París.»
Italo Calvino

Ferragus comienza a la manera de una película de Murnau o de Fritz Lang. En esta novela de 1833, Balzac incita al lector a deambular por París tras una misteriosa mujer de la mano de su escritura genial y desmesurada. Italo Calvino consideraba el libro «un atlas del continente París» y afirmó que su autor fue «el primero que intuyó la ciudad como lenguaje, como ideología, como condicionante de todo pensamiento, palabra o gesto». Blaise Cendrars, por su parte, escribió que aquí «Balzac esboza el plan psicológico, anatómico, físico, mecánico y económico» de la capital. Lo cierto es que el París moderno, «el más delicioso de los monstruos» según Balzac, es el protagonista del que constituye el primer episodio de la trilogía Historia de los Trece.

Honoré de Balzac (Tours 1799-París 1850), el célebre autor de La comedia humana, comenzó a estudiar derecho en la Sorbona en 1815. Más tarde se dedicó al periodismo, fue editor, tipógrafo e incluso llegó a comprar una fundición de caracteres de imprenta. Con treinta años se dio a conocer al gran público por medio del polémico ensayo Fisiología del matrimonio. Su titánica actividad literaria no lo libró de las dificultades económicas: cambiaba a menudo de casa para eludir a sus acreedores. En 1832 recibió desde Odessa la carta de una admiradora anónima que firmaba «La extranjera». La misteriosa mujer era Madame Hanska, con la que finalmente se casaría en 1850, poco antes de morir. Con ella mantuvo una intensa correspondencia que constituye el mejor comentario a su obra y el testimonio de una de la historias de amor más singulares de su época.